Quisiera este día hacer un homenaje a todas las mujeres
del mundo, a las actuales y a las que estuvieron, dedicándolo a todas las
mujeres valientes, trabajadoras y luchadoras que se dejaron y se dejan la vida trabajando por la igualdad
entre los sexos.
Cada año en esta fecha se conmemora el “Día Internacional
de la Mujer”, Esto viene pasando desde hace 104 años cuando en 1910 la alemana Clara
Zetkin junto con Rosa de Luxemburgo durante la conferencia de mujeres
socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución que convirtió al 8
de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
¿Por qué se eligió
esta fecha?
Todo
comenzó unos meses antes del nacimiento de Clara Zetkin, cuando el 8 de marzo de 1857, un grupo de obreras textiles tomó la
decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras
condiciones en las que trabajaban. Distintos
movimientos se sucedieron a partir de esa fecha. Siendo el más conocido y
el que determino la elección de esta fecha, el 8 de marzo de 1908 ocurría un grave suceso en la historia del
trabajo y de la lucha sindical. Cerca de 130 trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York, se declaraban en huelga y ocupaban el lugar
donde estaban empleadas. Su reivindicaciones eran simples y justas: conseguir
una jornada laboral de 10 horas, salario igual que el de los hombres y una
mejora de las condiciones higiénicas. El
dueño de la empresa ordenó cerrar las puertas, y provocar un incendio, con la
intención de que las empleadas desistieran de su actitud. Sin embargo, las
llamas se extendieron y no pudieron ser controladas. Las mujeres murieron
abrasadas en el interior de la fábrica.
Tras la conferencia de
Copenhague la lucha continuó y hubo mujeres que sacrificaron todo por conseguir
esa igualdad que todavía hoy no se ha conseguido.
El año
1977, las Naciones Unidas declararon el 8 de marzo como el Día Internacional de
la Mujer. El color lila con que se identifica este día es porque de ese tono
era el tejido que estaban haciendo las obreras el día que murieron. El día de
la mujer trabajadora es una conmemoración y no de celebración porque recuerda
un hecho muy desgraciado como para festejarlo. Pero esto dio pie a las mujeres
a tomar iniciativas para ser tratadas con el respeto que se merecen todos los
seres humanos sin distinción del sexo.
Desde esos primeros años, el Día
Internacional de la Mujer ha adquirido una nueva dimensión mundial para las
mujeres de los países desarrollados y en desarrollo. El creciente movimiento
internacional de la mujer, reforzado por las Naciones Unidas mediante cuatro
conferencias mundiales sobre la mujer, ha contribuido a que la conmemoración
sea un punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de los
derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica. El Día
Internacional de la Mujer es cada vez más una ocasión para reflexionar sobre
los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y
decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en
la historia de los derechos de la mujer.
H. Hache Amav, 08/03/2014
Algunas mujeres que destacaron en la lucha feminista fueron:
Zetkin,
Clara (1857-1933)
Política feminista alemana, creadora del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Zetkin (de soltera apellidada Eissner) nació en Wiedenau (Sajonia) el 5 de julio de 1857. Mientras estudiaba para maestra en Leipzig, se casó con un estudiante ruso, Osip Zetkin, e ingresó en el Partido Socialdemócrata en 1881, poco antes de que fuera prohibido por el gobierno de Otto von Bismarck. Después de pasar ocho años exiliada en Suiza, regresó a Alemania cuando se levantó la prohibición, en 1890, para organizar la sección femenina del partido. En 1907 ayudó a organizar la primera conferencia internacional para mujeres, y en 1910, durante la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución que convirtió al 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
A partir de 1914, año en que Alemania entró en la I Guerra Mundial, Zetkin colaboró con su amiga Rosa Luxemburg en actividades para detener la guerra, se unió a los espartaquistas y fue encarcelada en varias ocasiones. En 1918 se convirtió en miembro del primer Comité Central del Partido Comunista, y lo representó en el Reichstag desde 1920 hasta 1932, aprovechando su última intervención para hacer un llamamiento a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (nazis). Cuando éstos alcanzaron el poder en 1933, Clara Zetkin se exilió a la Unión Soviética, donde murió poco después.
Política feminista alemana, creadora del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Zetkin (de soltera apellidada Eissner) nació en Wiedenau (Sajonia) el 5 de julio de 1857. Mientras estudiaba para maestra en Leipzig, se casó con un estudiante ruso, Osip Zetkin, e ingresó en el Partido Socialdemócrata en 1881, poco antes de que fuera prohibido por el gobierno de Otto von Bismarck. Después de pasar ocho años exiliada en Suiza, regresó a Alemania cuando se levantó la prohibición, en 1890, para organizar la sección femenina del partido. En 1907 ayudó a organizar la primera conferencia internacional para mujeres, y en 1910, durante la conferencia de mujeres socialistas celebrada en Copenhague, propuso la resolución que convirtió al 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer.
A partir de 1914, año en que Alemania entró en la I Guerra Mundial, Zetkin colaboró con su amiga Rosa Luxemburg en actividades para detener la guerra, se unió a los espartaquistas y fue encarcelada en varias ocasiones. En 1918 se convirtió en miembro del primer Comité Central del Partido Comunista, y lo representó en el Reichstag desde 1920 hasta 1932, aprovechando su última intervención para hacer un llamamiento a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (nazis). Cuando éstos alcanzaron el poder en 1933, Clara Zetkin se exilió a la Unión Soviética, donde murió poco después.
Simone de Beauvoir (1908-1986)
Fue
una escritora, profesora y filósofa francesa. Escribió novelas, ensayos, biografías y monográficos sobre
temas políticos, sociales y filosóficos. Su pensamiento se enmarca dentro del existencialismo y algunas obras, como El
segundo sexo, se consideran elementos fundacionales del feminismo.
Fue pareja del también filósofo Jean Paul Sartre. En 2008 se creó en su honor el Premio Simone de Beauvoir por la
Libertad de las Mujeres, más conocido simplemente como Premio Simone de Beauvoir.
Política española, defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio femenino en España, logrado en 1931, y ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933.
En 1898, cuando contaba con sólo 10
años de edad, muere el padre, lo que, en cuanto fue posible, la llevó a dejar
sus primeros estudios y a colaborar en la economía familiar, que de todos modos
nunca fue holgada. Después de desempeñarse en varios oficios, entre ellos como
modista, dependienta de comercio y telefonista, en las oposiciones de junio de
1909 consiguió plaza como funcionaria de segunda clase del Cuerpo de Correos y
Telégrafos del Ministerio de la Gobernación, con
destinos sucesivos en Zaragoza (unos meses) y San Sebastián (cuatro años),
hasta que, en 1914, gana con el nº 1 nuevas oposiciones, esta vez del Ministerio de
Instrucción Pública, lo que le permite regresar a Madrid, destinada como
profesora especial de taquigrafía y mecanografía en las Escuelas de Adultas.
Simultanea los años siguientes este trabajo con los de traductora de francés,
auxiliar mecanógrafa en el Servicio de Construcciones Civiles del propio
Ministerio, y secretaria de Salvador Cánovas, director del
periódico conservador, maurista,
"La Tribuna". Este puesto fue el que le permitió conocer gente muy
distinta; allí comenzó a interesarse por la política y a publicar algún
artículo.
En
1920 puede por fin dedicarse a sus estudios. El 21 de marzo de 1923 consigue el
título de bachiller, matriculándose luego en la Facultad de Derecho, de la que se licencia en
menos de dos años, el 19 de diciembre de 1924. Mientras tanto, había ido
participando en algunas asociaciones e impartiendo varias conferencias. Aunque
ya con 36 años, se convierte en una de las pocas abogadas españolas de la
época, y de inmediato comienza a ejercer su profesión. Sus ideas sobre la igualdad de las
mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo socialista de María
Cambrils, dedicado a Pablo
Iglesias. Pero nunca se incorporó al partido ni aceptó la colaboración de
este con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. En 1929 perteneció
al comité organizador de la Agrupación Liberal
Socialista, que desapareció poco tiempo después. Campoamor y Matilde Huici, republicanas y enemigas del régimen de Primo de
Rivera, quisieron sin éxito que la Agrupación se desmarcara de la dictadura,
motivo por el que la abandonaron poco después de ingresar. Mantuvo una gran
actividad como conferenciante en la Asociación
Femenina Universitaria y en
la Academia de Jurisprudencia, defendiendo
siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.
Trabajó con Martí Jara, amigo de Manuel
Azaña en el embrión de Acción Republicana, en cuyo Consejo
Nacional figuró al principio.
Sin embargo, nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los
republicanos y republicanas en un gran partido de centro con Azaña como delfín
natural de Alejandro
Lerroux.
Después de la rebelión de Ángel García Hernández y Fermín
Galán en Jaca, y el proceso
contra el Comité Revolucionario,
Clara asumió la defensa de algunos de los implicados, entre ellos su hermano
Ignacio.
El sufragio femenino
Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue
elegida diputada (en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser
electoras) por el Partido Radical, al que se había
afiliado por haberse proclamado éste "republicano, liberal, laico y
democrático": su propio ideario político.
Formó parte de la Comisión Constitucional encargada de elaborar el proyecto de
la Constitución de la nueva República e integrada por 21 diputados, y allí
luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la
igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio,
el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto
femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse
en las Cortes
españolas.
La izquierda, con la excepción de un
grupo de socialistas y algunos republicanos, no querían que la mujer votase
porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha. Por
ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida
diputada, Victoria
Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y
Campoamor fue considerada como la vencedora. Finalmente, la aprobación del
sufragio femenino se logró con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte
de los diputados del PSOE –excepto el sector encabezado por Indalecio
Prieto– y algunos republicanos.
Proféticamente, ni ella ni Victoria
Kent consiguieron renovar sus
escaños en las elecciones de 1933. En 1934 abandonó el Partido Radical por su
subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la
insurrección revolucionaria en Asturias. Pero cuando ese mismo año, intentó
(con la mediación de Santiago Casares Quiroga) unirse a Izquierda Republicana (fusión de radicalsocialistas,
azañistas y galleguistas), su admisión fue denegada. Entonces escribió y
publicó, en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino
y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.
Exilio
Al estallar la guerra civil se exilió y en 1937 publicó en París La revolución española vista por
una republicana, donde narró su experiencia en Madrid, mostrándose
muy crítica con el comportamiento de los republicanos. Vivió una década en Buenos
Aires y se ganó la vida
traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Intentó
regresar a España a fines de la década de 1940, pero se encontró con que estaba
procesada por su pertenencia a una logia
masónica.
En 1955 se instaló en Lausana (Suiza), y trabajó en
un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972. Sus
restos mortales fueron traslados algunos años después de su muerte al
cementerio de Polloe en San
Sebastián (Guipúzcoa),
y permanece en el panteón de la familia Monsó Riu por ser madrina de la
familia.
Memoria
histórica
Tras la Transición se llevaron a cabo
homenajes y reconocimientos que son valorados como escasos por organizaciones
pro igualdad de la mujer. Institutos, colegios, centros culturales,
asociaciones de mujeres, parques y calles recibieron su nombre.
En 1998 la Secretaría de Igualdad del
PSOE andaluz instituyó los Premios
Clara Campoamor que reconocen
anualmente, uno por provincia y uno especial, a aquellas personalidades o
colectivos que se hayan significado en la defensa de la igualdad de la mujer .
Del mismo modo, el Ayuntamiento de
Madrid creó en 2006 un premio de igual nombre, el primero de los cuales fue
entregado a la abogada y feminista María Telo Núñez .
En 2006, 75º aniversario
de la aprobación del sufragio femenino en España, diversos colectivos comienzan
una campaña para pedir el reconocimiento por parte del Congreso de los Diputados de sus aportaciones con la colocación
de un busto en sus instalaciones.
En noviembre de ese mismo año, el PSOE
presentó una proposición no de ley solicitando al Gobierno del mismo partido
que las políticas de igualdad tuvieran también su reflejo en la acuñación del euro. La figura
femenina elegida para que apareciera en las futuras monedas de euro fue la de
Clara Campoamor, por ser la principal defensora del voto femenino en la Segunda
República, proposición que finalmente fue aprobada el martes 12 de junio de 2007, por el Pleno del
Congreso, con el apoyo de todos los grupos parlamentarios salvo el PP,
que se abstuvo.
En 2007, el Ministerio de Fomento botó el Buque Polivalente B-32
"Clara Campoamor", bautizado en su honor y operado por la Sociedad de Salvamento y
Seguridad Marítima.
En 2011, con motivo del
centenario del Día Internacional de la Mujer, la Fábrica
Nacional de Moneda y Timbre acuñó
una moneda conmemorativa en plata con valor facial de 20 euros que muestra la
efigie de Clara Campoamor
HH(Wikipedia)Amav HH
Discurso de Clara Campoamor en las Cortes el 1 de octubre de 1931
Señores diputados: lejos yo de
censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent,
comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en
trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento
ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando
nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al
Parlamento a legislar contra los suyos.
Respecto a
la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la
mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas
en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se
han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no
los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra
de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro
responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las
mujeres, que iban en mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse
que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá
como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la
República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres
universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres
obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una
clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No
pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y
que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación
que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por
uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época,
largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los
hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus
derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?
Pero, además, señores diputados,
los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos,
meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los
hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que
la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis -fijaos
bien- afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en
nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por
lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis
derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que
hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa
en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad
que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir
detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión
desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras
conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a
la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se
ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no
considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos
del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el
hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para
decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al
analfabeto -que en España existe- no puede negárselo a la mujer. No es desde el
punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera
del ámbito del principio -cosa dolorosa para un abogado-, como se puede venir a
discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de
sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la
mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las
estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del
analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde
1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y
no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que,
tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que
mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha
aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y
refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la
disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las
hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución
del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de
continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a
alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo
sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la
mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto
de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en
la obtención de este derecho.
Otra cosa, además, al varón que
ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne
en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario
de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación
posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la
incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque
no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad
de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos
votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque
todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de
nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos
seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la
realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud
de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad
y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las
leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la
mujer.
Yo, señores diputados, me siento
ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político
dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en
vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la
revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora
al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es
regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer
que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo.
No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias.
Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa
fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una
experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la
provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino
por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía
una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos
de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la
República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer
española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo.
No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para
llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de
la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que
ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha
sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose
a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el
ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de
ella.
Señores diputados, he pronunciado
mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es
mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte;
que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la
balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor
del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por
íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República
española.
HH( Díario El País) Amav HH
La situación de la mujer en España a principios del XX
Curiosidades:
“La mujer casada no disponía de autonomía personal o
laboral, tampoco tenía independencia económica y ni tan siquiera era dueña de
los ingresos que generaba su propio trabajo. Debía obedecer al marido,
necesitaba su autorización para desempeñar actividades económicas que no fueran
las del consumo doméstico. La ley tampoco reconocía a las trabajadoras casadas
la capacidad necesaria para controlar su propio salario y establecía que éste
debía ser administrado por el marido. El poder del marido sobre la mujer casada
fue reforzado, además, con medidas penales que castigaban cualquier trasgresión
de su autoridad: por ejemplo, el Código Penal estableció que la desobediencia o
el insulto de palabra eran suficientes par que la mujer fuera encarcelada.
Asimismo, el doble estándar de moral sexual le permitía al hombre mantener
relaciones sexuales extra-matrimoniales y se las prohibía de forma tan tajante
a la mujer que las diferencias quedaron explícitamente manifiestas en la
legislación relativa al adulterio y a los crímenes pasionales. El Código Penal
establecía que si el marido asesinaba o agredía a la esposa adúltera o al
amante de ésta, al ser sorprendidos, sólo sería castigado con el destierro
durante un corto espacio de tiempo. En la misma situación, las penas impuestas
a la mujer eran mucho más severas: al ser considerado parricidio el asesinato
del marido, la sentencia era siempre prisión perpetua.”
NASH, Mary y TAVERA, Susana
Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas colectivas (Siglo XIX)Madrid 1995, Ed. Sintesis
Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas colectivas (Siglo XIX)Madrid 1995, Ed. Sintesis
“Desde ‘mujer casada, la
pierna quebrada’, son innumerables los refranes españoles que limitan la
actividad de la mujer al círculo de los quehaceres domésticos, y en nuestra
clase media, esta idea está profundamente arraigada.. La preparación de la
mujer para algo que no sea estrictamente el matrimonio, aparece todavía a la
mayoría de las gentes como una cosa insólita y que, no solo debe ser tomada en
consideración, sino que debe ser severamente reprobada o lo que es peor
ridiculizada…
Margarita
Nelken, La condición social de la mujer en 1919, Madrid 1975
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